El bolero de una idiota.
¿Seré de verdad tan egocéntrica como a veces me hacen sentir que soy?
Últimamente me ha bajoneado que me digan que detrás de mi máscara de dureza, soy una persona sensible.
¿Cuál máscara?
Desde hace varios meses me derrito en llantos idiotas por cualquier tontería. Me resiento por cojudeces, me paso de vueltas por inseguridades propias y ajenas. He descubierto lo mucho que quiero o que quise, o que quise querer a tantísimas personas.
Desde hace tiempo siento que para tumbarme basta con soplar un poquito. Siento que estoy perdiendo en todos los juegos. Siento que la gente que quiero me quiere cada vez menos.
Siento ganas incontenibles de llorar por lo menos una vez a la semana.
Ya no soy la de antes.
Tengo una carencia afectiva terrible. Me pregunto de vez en cuando si muchas personas se darán cuenta si de pronto me subo a un avión hacia ninguna parte y sin avisar.
Tengo menos ganas pero más necesidad de estar borracha.
El gato vivomuerto se está muriendo. Jódete, Schrodinger. Tomá, Barney.
Tengo menos ganas de cambiar el mundo. Menos cólera ante la injusticia.
Y no sé, si la palabra será compasión. Pero a veces miro descaradamente a gente extraña y mi mente los capta como las personas más tristes del mundo. Por muy sonrientes que estén.
Y sé, lo juro, soy consciente; de que últimamente estoy de lo más antipática y engreída. Soy consciente de que ando exigiéndole en silencio a la gente más atención de la que me dan, más atención de la que probablemente merezco. Más atención de la necesaria.
No es hormonal, pero es igual de incontrolable.
Otra vez estoy escuchando Sabina, compulsivamente, como si quisiera cavar y cavar un hoyo cada vez más profundo para enterrarme ahí y no salir nunca.
Hace años que no me deprimía. Y no sé si estoy deprimida.
No es una cosa en particular, ni menos una persona en particular lo que me tiene así.
¿Será que de verdad estoy desperdiciando mi vida?
Hasta hace poco no quería cumplir treinta. Ahora solo quisiera un día echarme a dormir y despertar viejita. Habiendo cumplido ya el ciclo que me tocó. Con lo que haya para arrepentir y con lo que haya para sentirme orgullosa de mí misma, si algo.
Un dramón, evidentemente.
Mejor chupa y no jodas, seco, seeeeeeeeeco. Y da vueltas en el bastón, y baila Yola Polastri, y vamos a seguirla, y chancha para uno más. Y si te duele la cabeza mañana, exedrin. Y si te duele mucho, sigue tomando. Núblate, olvídate.
Pero no hagas huevadas, mete ese celular en la cartera que ya ni siquiera ves bien lo que escribes.
Ya me di cuenta. No soy egocéntrica. La gente habla huevadas. Soy la borracha más divertida de Lima.
Mañana seguramente estaré hasta las huevas, física y anímicamente. Nada que un jugo de granadilla en Las Delicias no pueda aliviar.
4 Comments:
Lo que pasa es que te has acostumbrado a mas de lo mismo, soltar un poco de adrenalina para que puedas rehacerte no te haría nada mal, es mas, eso es lo que necesitas. A mi me pasa eso cada cierto tiempo y me voy al parapente o al puenting.
Saludos, que te mejores...
Ni Lacan hubiera dado en el clavo tan rápido. Puenting he hecho un par de veces y sí, tienes razón. Te recarga las baterías maleado.
Parapente va a ser creo.
Te agradezco el consejo.
Cuando le metes alcohol al fuego, sólo arde más.
Pero "es mejor quemarse que apagarse lentamente" ¿no?
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