Soñé contigo

Anoche soñé contigo. Y fue un sueño lindo porque te besé y me besaste y porque te abracé y me abrazaste. Pero fue lindo sobre todo porque hablamos. Recuerdo esa noche en la que hablamos, recuerdo que no solo hablamos una noche, y una tarde y quizás alguna húmeda mañana con garúa.
Eso fue en realidad lo que me atrajo de ti, no que seas guapo (que lo eres), si no esa manera tan confictuada que tenías de preocuparte por el mundo. Esa vehemencia que demuestras al querer arreglar el mundo.
Siempre supiste más cosas que yo, por eso la mayoría de las veces me limité a escucharte. Algunas veces sentí que te equivocabas, pero tu vehemencia, no sé, tu ánimo me convencían igual.
No eres uno de esos entusiastas tipo "sí se puede". Tal vez más bien seas un energúmeno eternamente disconforme. Esa es, creo yo, la única manera de afrontar este mundo, la única manera seria de pretender arreglarlo.
Nada, tal vez (ojalá, maldito ojalá) nuestros caminos se vuelvan a cruzar, que no sería raro ni sorprendente. Y tal vez yo, tenga de una vez por todas el coraje de decirte con palabras y con buena letra, que a ti sí te hubiera dado el sí sin condiciones.