Por qué huímos las mujeres?

Yo soy una mujer que huye. Que acelera el paso de sus pies gordos y le da la espalda a cualquier hombre que le asegura amor.
Quisiera decir, porque he aprendido. Pero no, porque sé que no sé nada de la vida. No solamente me han mentido, también me han dicho la verdad, y también me han querido y también he querido. Es mentira que todo el que jura amor miente.

Tal vez sea cierta esa pretenciosa dicotomía que recordamos una noche de mujeres y Cartavio. Hay dos tipos de chica, las chicas lindas y las chicas “Katie”. Y nosotras éramos chicas Katie, chicas que salieron de la caverna, que no se conforman con que un wannabe Prince Charming les prometa el cielo y las estrellas. Porque las palabras no bastan, queremos oler el firmamento prometido antes de aceptarlo. Somos complicadas y reclamonas, jamás estaremos contentas, jamás daremos con el prototipo ultradeseable //linda-dulce-tierna-candorosa-angelical-virginal//

Pero lo más triste, a estas alturas, es que a veces, solo a veces, quisiéramos volver a la caverna, y creer que el mundo es lindo y aun más lindo cuando tú estás.

Tenemos el corazón roto, pues. Y nos ha costado nuestros años armarlo de nuevo, así que no se lo daremos a cualquier chuchanboi para que lo despedace en nuestras narices. Podemos esperar a nuestro chuchanboi perfecto para siempre, y mientras tanto… nos divertimos. Y muy a lo pretty woman, no besamos en los labios, no decimos te quiero y no queremos que nos llames mañana-en serio.

Hace años que un beso no despierta mis entrañas, y no extraño la sensación de morir en los brazos de alguien… o sí. Pero ya sabes, puedo vivir sin eso. Y no, no voy a creerte jamás que la luna sea de queso, ni a ti ni a nadie. A menos que llegue el día en que la luna sea de queso.