NO ESTOY VIEJA

No estoy vieja. Tengo apenas 26 años, ni siquiera es la mitad del promedio de vida. Trabajo duro y eso me tiene un poquito cansada, pero tampoco es gran cosa.

¿Por qué todos mis amigos han empezado a decir que estamos viejos? ¿Será una crisis de los veintitantos?

Ya no podemos juerguear como bestias y trabajar boleteados. Esta semana lo hice y la verdad es que sentía que me iba a morir en la chamba. Pero vamos, eso es normal.

Pero ¿qué más no podemos hacer?

Ahora que trabajo ya tengo un poco de plata como para hacer más cosas que antes, por eso me parece fatal ese discursillo de que estamos viejos.

Yo no estoy vieja.

Antes de cumplir treinta quiero conocer Sao Paulo y Nueva York. Antes de los treinta y cinco quiero conocer Europa. Y si pudiera conseguir suficiente dinero me aventuraría en uno de esos viajes eternos para los que renuncias al trabajo. Podría, como las huevas pasarme un año conociendo ciudades, personas y climas diferentes. Si tuviera la plata, ya estaría en Asia hueveando con una mochila en la espalda.

Pero no me estreso si recién logro hacer una cosa así a los cuarenta o cincuenta. Osea, tengo un montón de tiempo.

No estoy vieja porque todavía me dan ataques de suspiros cuando empieza la primavera.

No estoy vieja porque puedo caminar hasta el muelle de Chorrillos para comer cebiche.

No estoy vieja porque me muero de ganas de volver a enamorarme.

No estoy vieja porque me cago de risa con las películas para niños.

No estoy vieja porque todavía me paso horas pensando idioteces.

No estoy vieja porque puedo cambiar totalmente mis planes en cinco minutos.

No estoy vieja porque todavía me gusta bailar como payasa.

No estoy vieja porque en mi alma hay más deseos que recuerdos.

Quizás mis amigos tengan razón y yo solo soy una eterna adolescente. Pero me voy a divertir, como anoche, hasta el final de mi vida.